Antes
de finalizar el siglo XVIII, las guerras españolas habían sumido en bancarrota
a su colonia mas prospera, agobiada por constantes aumentos de impuestos,
prestamos voluntarios y forzosos, que afectaban a todas las clase.
Al
iniciar el siglo XIX, el descontento general se agravo por una serie de malas
cosechas. En vísperas de la lucha, el reino estaba en crisis, endeudado
descapitalizado, con una elite fragmentada y una población paupérrima. Al
aparecer la coyuntura de las abdicaciones de Bayona y de la ocupación francesa
a la península, existían las condiciones para producir un movimiento que uniera
a todas las clases. En 1808 hubo un intento pacifico por lograr la autonomía,
pero al malograrse no quedo otro camino que el de la violencia. La lucha fue
larga uy sangrienta y su final, inesperado. El cansancio de la población por
los excesos de los dos partidos en puna, permitió que Agustín de Iturbide
lograra unir a todos y consumara la Independencia
en 1821.
Las
reformas borbónicas u la lucha independentista habían dislocado su sociedad y
su economía, por lo que no fue fácil fundar un Estado en condiciones tan
adversas y con un sistema republicano. A esto hay que agregar que la misma
prosperidad novohispana hizo vulnerable al nuevo país, pues despertó las
ambiciones que la harían victima de contantes amenazas extranjeras.
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